La remota Qikiqtaruk (isla Herschel), frente a la costa canadiense del Yukón, está experimentando una rápida pérdida de tierra debido al cambio climático, lo que obliga a las comunidades indígenas y a los científicos a afrontar de primera mano un ecosistema en colapso. El periodista de The Guardian, Leyland Cecco, visitó recientemente la isla y fue testigo de cómo secciones de tierra literalmente desaparecen en el mar.
La escala del colapso
Cecco describe haber presenciado trozos de tierra erosionándose hacia el océano, un dramático indicador visual de la escalada de la crisis. Este no es un escenario de futuro lejano; está sucediendo ahora. El permafrost de la isla se está derritiendo a un ritmo alarmante, desestabilizando la costa y acelerando la erosión.
Conocimiento indígena y estudio científico
La situación no es sólo un desastre ambiental; es cultural. Qikiqtaruk tiene un profundo significado histórico y espiritual para las comunidades inuit locales. Se están realizando esfuerzos para preservar la historia de la isla (sitios arqueológicos, tradiciones orales y artefactos culturales) antes de que se pierdan para siempre.
Al mismo tiempo, los científicos corren contra el tiempo para comprender la tasa de erosión y sus implicaciones más amplias para otras comunidades árticas. La isla sirve como un microcosmos de lo que está sucediendo en toda la región: un cambio rápido e irreversible impulsado por el calentamiento global.
Qué significa esto
El destino de Qikiqtaruk es un claro anticipo de lo que enfrentan muchas comunidades árticas. El acelerado deshielo del permafrost está liberando enormes cantidades de metano (un potente gas de efecto invernadero) que alimenta aún más el cambio climático en un peligroso circuito de retroalimentación.
“La velocidad de los cambios es lo más impactante”, informó Cecco. “No es gradual; está sucediendo en tiempo real, y la tierra visible desaparece ante tus ojos”.
El colapso de Qikiqtaruk subraya la urgencia de la acción climática y la necesidad de escuchar a quienes se ven más directamente afectados por la crisis. Sin reducciones drásticas de las emisiones, más paisajes árticos desaparecerán, junto con las culturas y ecosistemas que sustentan.
