A mediados del siglo VI, el Imperio Bizantino vio una muestra única de riqueza: joyas de oro elaboradas directamente a partir de monedas. Encontrado en Egipto pero probablemente fabricado en Constantinopla, un estudio reciente de uno de esos pectorales (un tipo de anillo de cuello ornamentado) lo revela como una de las piezas de diseño más intrincado de su tipo. El objeto no es sólo un adorno lujoso; es una declaración sobre el poder, el estatus e incluso la protección percibida del usuario contra la mala suerte.
La construcción de la exhibición imperial
El pectoral del Museo Metropolitano de Arte consta de catorce monedas de oro (solidi y un tremissis) y dos discos, todos colocados en una compleja estructura de oro unida a un tubo de oro curvo. Con un peso aproximado de 340 gramos y un diámetro de 24 centímetros, la pieza originalmente incluía un medallón (ahora en poder del Smithsonian) que enfatizaba aún más su grandeza. El oro en sí no era sólo material; cada moneda solidus contenía alrededor de 4,45 gramos de oro puro, lo que hoy valdría unos 580 dólares.
Monedas como moneda, estatus y talismanes
Mientras que los ciudadanos comunes usaban monedas de bronce o plata a diario, la élite reutilizaba las monedas de oro para convertirlas en joyas. No se trataba simplemente de extravagancia. Los registros históricos sugieren que se creía que las monedas protegían la desgracia, lo que las convertía en poderosos talismanes. El creador del pectoral combinó monedas que abarcan más de 200 años, lo que sugiere una colección deliberada en lugar de una selección aleatoria. El disco central, aunque no era una moneda oficial, imitaba la moneda imperial con una figura e inscripción de un emperador inventadas, que simbolizaban la autoridad.
Conexiones imperiales: más allá de la riqueza
La inclusión de una moneda conmemorativa oficial de Teodosio I, el último emperador de un Imperio Romano unificado, insinúa que el propietario original del pectoral tenía vínculos directos con la corte imperial. La iconografía bizantina sugiere que tales piezas fueron usadas por figuras militares, potencialmente guardaespaldas de un emperador u otro funcionario de alto rango.
“El objetivo principal de este elaborado collar de oro era afirmar el estatus de élite del usuario y su conexión directa con la corte imperial y, al mismo tiempo, proteger contra la desgracia”.
El pectoral no era sólo una joya; era una declaración visible de poder, riqueza y un escudo contra los peligros percibidos. El intrincado diseño y los valiosos materiales garantizaban que el estatus del usuario fuera inconfundible, mientras que las monedas incrustadas ofrecían una supersticiosa capa de protección.
























